lunes, 17 de enero de 2011

La moda vaporosa ya no se lleva

Los acontecimientos de la realidad internacional hacen que estos días las miradas de casi todos los medios de información (o desinformación, según se mire), tengan su atención puesta en las revueltas tunecinas detonadas por la combinación de unas escasas libertades individuales junto con la problemática social que acompaña a las crisis económicas, sobre todo en Estados de la semiperiferia (con unas clases medias con cierto nivel educativo y una pequeña burguesía), donde una revolución política a la "europea" parece que está teniendo lugar. Eso sí, en caso de producirse un cambio de régimen político este tiene pinta de producirse a través de la reforma, más que por ruptura.

Sin embargo hoy quiero escribir sobre algo que realmente, atribuido a determinados sectores económicos, puede incluso ser bastante "morboso". La transparencia.

El Gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero ha detenido la creación de uno de los Proyectos de Ley insignia de su programa electoral y que podría haber mejorado cualitativamente la democracia en España. Estoy hablando de la Ley de Transparencia que se pretendía crear durante lo que quedase de legislatura.

La política es una herramienta al servicio de los ciudadanos, así como los políticos son ciudadanos que obtienen el beneplácito de estos para ocuparse temporalmente de los asuntos públicos, legitimados por elecciones. Sin embargo el control de la función gestora de estos, así como su posterior evaluación y rendición de cuentas ante los ciudadanos no puede ser posible si la opacidad es la seña de identidad de la administración (central, autonómica o local, lo mismo da). El ciudadano debe poseer la capacidad de analizar las actuaciones de sus representantes electos, es un contrapeso primordial en la democracia. Sobre todo, cuando lo que está en juego es el dinero de todos y cada uno de nosotros.

No prentendo extenderme en este post sobre las necesidades y consecuencias que una Ley de Transparencia que obligue a declarar los bienes a nuestros representantes al inicio y al final de cada legislatura, así como a presentar informes públicos sobre su gestión de manera periódica, ya que creo que cualquiera de nosotros puede discernir lo que esto supondría para la política española.
Solo espero que los políticos comprendan que la confianza en ellos es la base del sistema, y que sin esta transparencia y siendo este el país donde los trajes se pagan solos y los hoteles en la costa emergen de la arena por su propia voluntad, la política cada día estará más deslegitimada y desprestigiada con cada caso de corrupción política que salga a la luz.

Que Assange os pille confesados...

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